Gases de efecto invernadero

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Los gases de efecto invernadero (GEI) son compuestos presentes de forma natural y antropogénica en la Tierra. Sin ellos no podríamos vivir, pero su aumento ha puesto en peligro el planeta. Detener su proliferación es clave para reducir el calentamiento global y, de esta forma, frenar el cambio climático y su impacto en el ecosistema. Esto implica transformar el modelo de producción actual, pero también la forma de consumir y vivir. Es necesario transitar hacia una economía circular y más verde.

¿Qué es el efecto invernadero?

El efecto invernadero es un fenómeno natural que ayuda a mantener la temperatura de la Tierra en unas condiciones aptas para la vida. Evita que la radiación térmica que llega a nuestro planeta desde el Sol salga rebotada al exterior, reteniendo parte de su calor y distribuyéndolo en la superficie terrestre. Sin él, en vez de los 13ºC de temperatura media actuales, registraríamos valores de hasta 18ºC bajo cero. La Tierra sería una enorme masa de hielo donde animales, plantas y seres humanos lo tendrían muy difícil para vivir en las condiciones que hoy en día conocemos.

¿Cuáles son los gases de efecto invernadero?

Las sustancias que absorben la radiación infrarroja del Sol y mantienen el calor en la atmósfera reciben el nombre de gases de efecto invernadero (GEI). Y es que son, en gran medida, las responsables de este fenómeno.

El problema de este tipo de compuestos es que, además de estar presentes de forma natural en la Tierra, pueden ser creados por el hombre. De hecho, la actividad humana es la causa principal de la emisión de gases de efecto invernadero y uno de los mayores enemigos de nuestro ecosistema. Según datos de la Organización Metereológica Mundial (OMM), estos últimos seis años han sido los más cálidos desde la época preindustrial y, si no hacemos nada por evitarlo, es probable que la temperatura global supere los 1,5ºC a partir de 2024.

Principales gases de efecto invernadero

Ni todos los GEI provienen de las mismas fuentes ni todos tienen la misma repercusión en el planeta. Estos son los principales gases de efecto invernadero:

Dióxido de Carbono (CO2)

Es uno de los gases de efecto invernadero más conocidos. Lo es por su intervención en la producción del efecto invernadero, pero también por su repercusión en el medio ambiente. Su proliferación está estrechamente ligada a la actividad humana, a su modelo de producción y al consumo de energía. El uso de combustibles fósiles en sectores como la industria y transporte están detrás de la proliferación de este tipo de sustancias.

Metano (CH4)

A pesar de que su potencial de calentamiento es superior al del dióxido de carbono, su presencia en el planeta es inferior a la de este gas. Para que te hagas una idea de sus efectos, un dato: en un siglo, una tonelada de metano podría calentar 23 veces más que la misma cantidad de CO2. Se trata de un compuesto que, además de encontrarse de forma natural en la Tierra, puede ser creado por la actividad humana. El uso de combustibles fósiles para la fabricación y distribución de productos, el incremento de explotaciones agropecuarias y el aumento de vertederos son algunas de las causas del crecimiento de las emisiones de gas metano. Según la organización medioambiental Oceana, es el responsable en un 15% del calentamiento global.

Óxido Nitroso (N2O)

El óxido nitroso, al igual que el metano, se encuentra en concentraciones inferiores al dióxido de carbono. Pero que sea menos cuantioso no significa que sea menos importante. De hecho, el N2O es uno de los principales gases de efecto invernadero que hay. Tanto es así que, si no se toman medidas para revertir la situación, en 100 años su efecto será 300 veces superior al del CO2. La agricultura extensiva, el uso de fertilizantes con base de nitrógeno y el tratamiento de los residuos animales, son algunas de las actividades que incrementan su presencia en el planeta.

Clorofluorocarbonos (CFC)

Otro de los principales gases de efecto invernadero y, también, de los más persistentes: permanece en la atmósfera de 50 a 100 años. Su incremento hay que buscarlo, entre otras, en la industria de la refrigeración y de propelentes de aerosoles.

Vapor de Agua (H2O)

Aunque el vapor de agua no es un GEI como tal, es uno de los principales responsables del efecto invernadero. Su aumento depende del incremento de otros gases de efecto invernadero. Es decir, cuanta más emisiones de GEI haya en el planeta, mayor será la temperatura global y mayor evaporación de agua habrá. El vapor que se genere hará subir más aún las temperaturas y el proceso se repetirá.

Consecuencias del efecto invernadero

Como hemos explicado, el efecto invernadero, así como los gases que lo hacen posible, son necesarios para la vida tal y como la conocemos. El problema es que la acción del hombre ha incrementado la presencia de GEI en el planeta y estas sustancias, a su vez, han aumentado las temperaturas, acelerando el calentamiento global y el cambio climático.

Las consecuencias del efecto invernadero ya son visibles y, si no se hace nada por evitarlo, no dejarán de crecer:

  • Temperaturas extremas.

Una de las grandes consecuencias del efecto invernadero es el aumento de las temperaturas, cada vez más extremas. Según investigadores de la OMM, desde 1880 no se registraban valores tan altos como los vividos en estos últimos seis años.

  • Deshielo de masas glaciares

El calentamiento global está provocando el derretimiento de las masas glaciares. Un deshielo que, además de incrementar las temperaturas, está subiendo el nivel global del mar. Según la NASA, este ha aumentado 20 centímetros en el último siglo.

  • Inundaciones

Si aumenta el nivel del mar, también lo hace el riesgo de inundaciones en islas y zonas costeras. La previsión es que, en el año 2100, se incremente de 15 a 90 centímetros y ponga en peligro a 92 millones de personas.

  • Desertificación

La desertificación es una de las grandes consecuencias del efecto invernadero. Consiste en la degradación del suelo y, además del aumento de las temperaturas, intervienen otros factores como la falta de lluvia, los incendios forestales, la explotación irresponsable de los recursos hídricos y el crecimiento de las zonas urbanas.

  • Hambruna y escasez de alimentos

La desertificación se traduce en reducción de suelos fértiles y, con ello, de extensiones agrícolas y escasez de alimentos.

  • Migraciones climáticas

Otra de las consecuencias del efecto invernadero es el aumento de migraciones tanto de personas como de animales. Y es que, si suben las temperaturas, también lo hace la probabilidad de sequía, desastres naturales, desertificación, hambruna y la necesidad de huir a zonas más fértiles y seguras.

¿Cómo evitar el efecto invernadero?

Evitar las consecuencias del efecto invernadero no solo es posible, sino que es necesario. Entidades y ciudadanía pueden hacerlo implementando estas medidas:

Uso de movilidad sostenible

El transporte es uno de los principales responsables del aumento de los GEI en la atmósfera y, también, de sustancias contaminantes que dañan nuestra salud y la del planeta. De ahí que reducir su uso sea tan importante para evitar el efecto invernadero. Desplazarse en bici, caminando o en transporte público son opciones de movilidad sostenible y respetuosa con el medio ambiente. En el caso del transporte por carretera, lo mejor es optar por vehículos eléctricos.

Gestión de residuos y reciclaje

Los residuos son uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el planeta. Cada vez hay más, porque cada vez consumimos de forma más desenfrenada. Transitar hacia una economía circular es clave para evitar el efecto invernadero. Esto implica reducir el consumo de productos de usar y tirar, reutilizar aquellos que estén en buen estado y reciclar aquellos que hayan finalizado su ciclo de vida para convertirlos en nuevos objetos.

Energías renovables

Una de las actividades que genera mayores emisiones de GEI al planeta es la quema de combustibles fósiles. Por eso resulta tan necesario transitar hacia un sistema energético que dé prioridad a las tecnologías renovables. Son limpias, inagotables y, además de respetar el medio ambiente, suponen un impulso para la economía.

Medir la huella de carbono

Viajar, poner el aire acondicionado, navegar por Internet, comer, vestirse… Cada día realizamos actividades que emiten gases de efecto invernadero y que impactan negativamente en el planeta. A este impacto se le llama huella de carbono. Es un indicador que refleja la cantidad de GEI que generan directa o indirectamente las actividades que llevamos a cabo.

Para medir la huella de carbono, se utiliza la siguiente fórmula:

Huella de carbono = Dato Consumo x Factor Emisión

El dato de consumo hace referencia a la actividad realizada, mientras que el factor emisión tiene en cuenta la cantidad y tipo de gases de efecto invernadero emitidos.

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